Duranguenidad

Durangueñeidad
¿Durangueño, duranguense o durangués?


Largo y fecundo ha sido el debate sobre el uso del gentilicio adecuado para designar a los habitantes de Durango. Hay que recordar que ciudades con este nombre existen tres, (Durango México y Durango Estados Unidos) y la más antigua de ellas, justo de las que se derivó el nombre de ambas es la pequeña población de la provincia vasca en la Vizcaya española, donde se aplica el gentilicio de durangués, para designar a los oriundos de esa tierra. La ciudad de Durango en México, desde la época colonial, ha utilizado indistintamente como su gentilicio, el de durangueño o duranguense, sin embargo, en los últimos años se ha pretendido determinar algunas diferencias del todo artificiales.

Se ha discutido si lo durangueño es sinónimo de conservadurismo, mientras que duranguense habla de liberalismo, o bien si duranguense es el gentilicio para designar a los oriundos de la entidad, mientras que durangueño solo es correcto utilizarse para nombrar a los habitantes de la capital del estado. Se ha llegado a la aberración incluso de señalar, que siendo Durango una entidad maderera, el termino durangueño era apropiado por una forzada analogía de la palabra con los leños de la madera. En todos los casos, la designación es artificiosa y determinada por factores y razonamientos de orden sentimental e incluso, político.

Tratar de diferenciar el pensamiento de la comunidad a través de su gentilicio entre conservadores y liberales, fue una vieja discusión desde el siglo XIX, traída de nueva cuenta al argot popular en fechas recientes, para tratar de singularizar a los simpatizantes de uno u otro grupo o la cercanía o no a determinado funcionario político; sin embargo, la población al margen de estas artificiosas divisiones de compromiso político, ha mantenido el uso indistinto de los términos duranguense o durangueño para nombrarse a sí mismo.

De igual forma, los habitantes de las diversas poblaciones de la entidad, se reconocen indistintamente como durangueños o duranguenses, sin que en el medio rural exista una diferencia específica para designar a los habitantes de la capital del estado, de igual forma los habitantes de la capital no designan de una manera diferente a los habitantes del medio rural sólo como duranguenses sino que se usa de manera indistinta cualquiera de los dos términos.

En lo referente a la explicación sobre el uso correcto o incorrecto del término duranguense o durangueño, para tratar de referirlo a la explotación de la madera y establecer analogías entre el madero o leño y lo durangueño, para determinar este como el concepto correcto, es más un juego de palabras que una aportación o intento de interpretación serio.

El gentilicio durangués, que lingüísticamente sería el correcto para aplicarse a los originarios de Durango, es un término en desuso prácticamente desde la época colonial. Los diversos testimonios que se conservan desde el Siglo XVII para designar primeramente el término duranguense, y luego desde el Siglo XVIII para el concepto durangueño, y desde entonces es indistinto el uso de ambos, por lo que no es válido tratar de establecer una diferencia entre ellos o tratar de aplicar su uso a sectores o regiones dentro del estado pues resultan a todas luces, artificiosas.

Así es como yo personalmente lo utilizo, sin una distinción, remontándome a la definición que aparece en el “Diccionario de Español Moderno” de Martín Alonso, en el que señala que duranguense es un adjetivo que significa “del estado mexicano de Durango” o “relativo a ese estado” y dícese también durangueño.

En la discusión relativa al gentilicio de duranguense o durangueño que nos identifica a los de Durango, México han participado las voces calificadas de Héctor Alonso (q.e.p.d) y del Profr. Manuel Lozoya Cigarroa y en su momento incluso los gobernadores Francisco González de la Vega, Armando del Castillo y Maximiliano Silerio Esparza.

Recientemente el profesor Lozoya Cigarroa, cuando la nueva versión de mi libro estaba imprimiéndose, tuvo la gentileza de explicarme que el término correcto para los nacidos en Durango era durangueño y duranguense para los avecinados en el territorio del Estado, en virtud del significado de los sufijos "eño" y "ense" que se refirieron respectivamente al origen y al avecinado en su territorio.

En mi familia por ejemplo mi mamá y mis ocho hermanos nacieron en el territorio de Durango. Mi esposa, y dos de mis hijas nacieron en Sinaloa y Oaxaca, mi yerno John y mi nieto Diego Emilio, nacieron en Nueva York y Berkley, pero todos viven en Durango. Todos nos sentimos duranguenses o durangueños. Incluso el sentido de identidad va más allá de los que nacieron y residen, son igualmente duranguenses o durangueños, porque la identidad se lleva en la sangre.
 
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